“Desde el momento en que Harry conoce a Hagrid, se da cuenta de que, por primera vez en su vida, es seguro sentir curiosidad y hacer preguntas.

Sin embargo, el cariz de las preguntas empieza a cambiar a partir del momento en el que Harry se encuentra por primera vez con Draco Malfoy en la tienda de Madame Malkin. Las preguntas de Harry son como burbujas de jabón que explotan con los dardos envenenados que salen de la boca de Malfoy.

Después de este encuentro con Malfoy, Harry sale sintiéndose tonto, y creo que ese es el momento en el que Harry deja de ver todo lo que no conoce del mundo mágico

a través de las gafas de la curiosidad y la abundancia, para verlo a través del juicio y la escasez.

El antídoto contra los prejucios es la curiosidad

Cuando queremos salir del juicio, las mejores preguntas son las que empiezan con un «qué» o un «para qué» porque nos abren a nuevas posibilidades y a encontrar respuestas que den pie a nuevas interpretaciones sobre la situación en la que

estamos.

Y esa es, precisamente, la magia de la curiosidad.”

Fragmento del libro Expecto Patronum. Una lectura de Harry Potter y la piedra filosofal a través de los cristales de media luna del coaching. (enlace afiliado).

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